ABSURDO Y HUMOR EN LOS RELATOS DE ÁNGEL PÈREZ CUZA




Por Alejandro Lorenzo

Si repasamos las biografías de buena parte de importantes creadores, al parecer en tiempos de catástrofes sociales es cuando han fecundado importantes obras de arte. Factor de fatalidad que se repite. Ciclos que nadie quisiera que existiera, pero son tangibles, y paradójicamente resultan productivos para muchos creadores, quizás porque al reflejar con amplitud esas malas vivencias que sufren en carne propia es la única vía para denunciarlas y expulsarlas definitivamente de sus vidas.

Es el caso del cubano Ángel Pérez Cuza (Guantánamo, 1955) que reside en Cuba y su libro de relatos (treinta en total) titulado: Ternera macho y otros absurdos, publicado en España por Espuela de Plata (2007) del Grupo Editorial Renacimiento.

Ternera macho expone un panorama humano visto desde zonas inexploradas y desde el ángulo del absurdo, que en algunos cuentos resulta calculadamente cruel y si no fuera por el componente de hilaridad que el autor con habilidad sitúa, el lector quedaría en ese mismo estado de angustia como si hubiera terminado de leer cualquiera de las densas obras del maestro Kafka.

Las propuestas de Pérez Cuza, tanto en anteriores obras: Delito Mayor y Anita y las cinco gordas, al parecer son ahondar en los detalles de la conducta del ser humano, penetrar en los laberintos de sus estados emocionales. Las historias se combinan con lo de muy adentro, con lo externo, y en ese intercambio, surge una narración con una atmosfera enrarecida, que posee la herencia de algunos textos del escritor cubano Virgilio Piñera, del estilo grotesco del malogrado Rene Ariza y el desenfado transgresor, pero más controlado, de Reynaldo Arenas.

Cada pieza de Pérez Cuza posee su cuerpo propio, pero simultáneamente cada una se une por una constante tragicomedia que subyace en la dinámica de la supervivencia del cubano. Existe burla en medio del sufrimiento, el chiste popular convertido en arte. A veces tales recursos son perfectos, algunos, muy pocos, comodines ligeros posiblemente para darle algún respiro al lector.

El penúltimo relato, nombrado Rikimbini, trata de un maestro al que las autoridades le han confiscado su único medio de transporte y para él su indispensable instrumento de trabajo: Una bicicleta con motor. Este relato se construye a manera de informe explicativo y reclamación dirigida al Fiscal. Si se estableciera alguna asociación con seguridad se tendría en la memoria el clásico films de Victorio de Sica del neorrealismo italiano de la posguerra: Ladrón de Bicicletas, con la peculiaridad de que en Cuba no se destruyó como en Italia su estructura económica y social a consecuencia de la devastadora II Guerra Mundial, sino por la instauración de una utopía de la cual una parte de la población fue víctima y cómplice, y la perpetuidad de un sistema o modelo que ha demostrado su ineficacia para resolver el básico bienestar del más simple de sus ciudadanos.

Algunos de estos relatos narrados en primera persona, también plasman retorcidos trastornos de conductas, singulares estados emocionales, desequilibrios que podrían llegar a ser perversos y que pueden existir entre gente de cualquier sociedad, independiente del sistema político en que vivan.

A partir de esa mirada que toma el rumbo hacia lo más recóndito y enrevesado de la naturaleza del hombre, en algunos, con una sorprendente utilización de la síntesis, los cuentos de Pérez Cuza saltan el círculo cerrado y a veces ya gastado que ha sido tratado con anterioridad por otros autores sobre la cotidianidad de la sociedad cubana actual.

Desde esa óptica más intimista, sus historias se hacen universales. Muestra es el desgarrador relato Los Armarios del Padre, que toca un tema tabú, un hijo que descubre la oculta vida homosexual y sentimental de su padre ya fallecido. En el relato Efecto de Luz, proyecta a un solitario individuo que prácticamente sucumbe por el enamoramiento y las fantasías elaboradas únicamente dentro de su propia mente entorno a la hija de una familia vecina.

Estos cuentos de Pérez Cuza han sido fraguados en territorio difícil y en tiempos sometidos, en el caso cubano, a una crisis interminable.

El lector puede sentir cierto rechazo por algunos controvertidos puntos de vistas del autor, por el desbalance en los constantes claros oscuros de ciertas tramas y por esa intensión a toda costa por desnudar los patrones de toda índole que atrampan al hombre, pero al mismo tiempo, puede sentir admiración y compasión por los personajes y por las circunstancias que con indiscutible calidad han sido abordados.

Ternera macho y otros absurdos, así como anteriores obras de Pérez Cuza también posee el mérito de proporcionar al público lector una amplia visión de las más destacadas producciones literarias provenientes de la Cuba actual.

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