ENTREVISTA

JAIME PEÑAFIEL EL CRONISTA DE TRONOS Y CORONAS


Por Alejandro Lorenzo





El Rey no Abdica publicado en el presente año por la editorial española La Esfera de los Libros, va por la segunda edición. Escrita por Jaime Peñafiel, un riguroso profesional de los medios de comunicación, que ha dedicado gran parte de su carrera a escudriñar cuanta casa real ha existido en el mundo, tanto en el siglo XX como en el presente.

Nacido en Granada, España, donde estudio Derecho y luego periodismo en la Universidad de Navarra, Peñafiel lleva un aval de un total de 20.00 artículos publicados y de más de 16 libros, todos con largas tiradas y en editoriales de renombre.

El libro se centra en torno a la posible renuncia, o en lenguaje de la realeza, abdicación del Rey Juan Carlos por motivos de salud, además del análisis de los efectos y consecuencias en el orden constitucional, político y social para España que conllevaría la sucesión en caso que la renuncia se produjera.

En su obra el autor compara y extrae artículos de otros especialistas con afán de que los acontecimientos sean vistos desde diferentes ángulos. Construye una incisiva indagación histórica sobre las más importantes abdicaciones de Reyes en el pasado, incluyendo la impuesta por el General Franco, al Rey Juan de Borbón, a favor de su hijo el actual Rey Juan Carlos.

También de forma crítica relata el secretismo con que la familia real española y sus consejeros, han tratado la salud del monarca, que se vuelve escándalo, cuando el 8 de mayo del 2010 es hospitalizado para una intervención quirúrgica por un posible cáncer en un pulmón, que luego, basado en pruebas de los patólogos, resultó descartado.

Toda esta forzada apariencia de inmortalidad del Rey y el hermetismo en cuanto a su estado de salud, conllevó a especulaciones de todo tipo y que obligatoriamente hace asociar al lector, la manera que fue manipulada en Cuba la enfermedad que alejó relativamente del poder a Fidel Castro.

El libro facilita entender que hay de verdadero y que es lo que oculta ese complejo mundo de las Casas Reales. Una obra que se distancia de los tradicionales reportajes idílicos, que revistas como Hola, Vanity Fair, para citar dos de las más conocidas, venden con éxito a un público que todavía siente fascinación por la misión y la razón de existir de esos reinados, en la actualidad cada día en peligro de extinción.

Dado el vínculo que ha mantenido durante décadas con la Casa Real de España y en especial con el Rey Juan Carlos, al que le dedica el presente libro, es una oportunidad para los lectores del El Nuevo Herald atreves de una exclusiva entrevista, saber qué piensa Jaime Peñafiel acerca del tema que ha tratado, y conocer acerca de su vasta experiencia como profesional.



¿Habrá sucesión eminente en la Casa Real de España?

La habrá cuando llegue la hora inevitable, pero no porque el Rey renuncie, todavía goza de muy buena salud, creo que tiene capacidad de estar en funciones por muchos años. Lo suficiente para que su sucesor
se adiestre en la compleja tarea de reinar bajo las normas establecidas por la constitución de España. Por lo que los príncipes herederos deberán esperar.

¿Por qué eligió la carrera en el campo de la Crónica Social? ¿Se siente satisfecho luego de tantas décadas en este medio?

Me siento sumamente satisfecho. Estudié derecho, mi abuelo era magistrado, por tradición debí ejercer la carrera de leyes, pero no fue así, lo mío era el periodismo. En los inicios trabajé para Europa Press, allí aprendí en la práctica lo que es el periodismo. Fue una gran escuela. Era una época en que en una agencia se hacía de todo. Fui corresponsal en zonas de conflictos: Viet Nam, la guerra de los Seis Días, la de Marruecos y Argelia. Estuve cubriendo desastres naturales como el terremoto en Irán, Perú y otros no menos importantes. Hacia entrevistas, crónicas, y trabajos de opinión.

Coincidió que por aquellos años comenzaron a contraer matrimonio una buena cantidad de soberanos, princesas y príncipes solteros, y debuté en 1956 con la controversial boda boicoteada por todas las casa reales,la del príncipe Rainiero de Mónaco con Grace Kelly, y luego todas las sucesivas hasta llegar a la 50 que como si fuera un ciclo, está ultima, era la de Alberto II de Mónaco con Charlene Wittstock, el hijo de Grace Kelly, aquella reina que yo admiraba tanto.

Entonces me contrató la Revista Hola, una publicación de carácter puramente social, en donde trabajé por 22 años como jefe de redacción, y por supuesto las coordenadas con la que antes me movía en la agencia de prensa cambiaron, y me especialice en ese tipo de periodismo que podríamos llamar de evasión.

¿Cuáles son las razones que exista todavía un público en pleno siglo XXI que se fascina con la vida privada de la Realeza?

Algunos sociólogos opinan que se trata de una de los tantos mecanismos que mucha gente utiliza para evadirse de la realidad cotidiana. Los reportajes de la revista Hola, representan la espuma de la vida con la que la gente sueña. Recrean la belleza, la felicidad, a veces no hay tal felicidad, pero esa apariencia de felicidad ayuda a vivir y a soñar. Es la razón que a la gente le gusta las bodas reales, se conmueven con los sepelios de la nobleza. Están al tanto de como visten, de sus gustos, son felices cuando nace un nuevo heredero.
Pero todo esto está cambiando. Las monarquías se están modernizando y al mismo tiempo se están vulgarizando. La gran razón fundamental ante la sociedad de las monarquías, es que sean ejemplares, no le pedimos que lo sean, porque son humanos, pero al menos tienen la obligación de parecer que lo son. La gente se mira en ellos, los miran como ídolos, y quieren que conserven su manera ser, de comportarse, y de una manera éticamente ejemplar. La gente quiere que se conserve esa imagen.
Los escándalos, que han sucedido en muchas monarquías, como el de la desafortunada princesa Lady Di y el príncipe Carlos en Inglaterra, y ahora en Mónaco, con una novia casi intentando huir de la boda, son ejemplos de esta vulgarización.

¿Ha sentido presiones externas a la hora de escribir sus opiniones acerca de la realeza?

Nunca he sentido presiones. Cuando trabajaba en Hola sabía de antemano las coordenadas que debía enfrentar, y me atenía a las normas estrictas del periodismo de evasión. Las opiniones sobre ese mundo las guardé como material para mis libros. Por mucho tiempo dejé de hacer periodismo de opinión que hacía en la agencia, que es de otro tipo, y al cual retomé inmediatamente cuando salí de Hola.
Puedo afirmar que he mantenido intactos mis puntos de vistas, algunos severamente críticos, que me han proporcionado fricciones con la Casa Real, por ejemplo, cuando publique en el 2008 Retrato de un Matrimonio que desvelaba las relaciones conyugales entre el Rey Juan Carlos y la Reina Sofía, pero puedo decir que esas fricciones no han impedido que siempre me lleve muy bien con los Reyes, incluso mucho antes de que se efectuara la boda entre ellos.

¿Su vida privada ha sido expuesta por los medios?


El periodista nunca debe ser noticia pero una día puede serlo y te conviertes en personaje de noticia, de entrevistador a entrevistado, y en sucesos personales o metidos en los de otros, donde te vuelves protagonista. En mi vida ha habido de todo, luces y sombras, y todo eso ha trascendido a los medios, posiblemente porque tengo un bagaje profesional muy difícil de encontrar y que lo demuestra que no he dejado de trabajar en 50 años.

El impacto de la globalización y los cambios en todos los órdenes que se han producido a nivel mundial, harán que las monarquías lleguen a colapsar.

A las monarquías no le auguro un largo porvenir, lo he señalado en otras ocasiones. Son en definitiva instituciones que no tienen sentido de existir en pleno siglo XXI. Los reyes, no gobiernan, reinan, cuando más en la era contemporánea se han convertido en grandes entidades de relaciones públicas, como la realizan en España y en algunos países occidentales.
En el 1956 en la boda del príncipe Rainiero de Mónaco con Grace Kelly, asistió el destronado Rey Fuad II de Egipto, fue el único que allí se presentó, y aproveché la ocasión para hacerle una entrevista. Le pregunté si se lamentaba haber perdido su reino, y él me dijo una frase casi profética: “Mire joven, no me lamento, en el futuro en el mundo posiblemente quedaran cinco reyes, los cuatro de la baraja, y la Reina de Inglaterra‟.
Las monarquías no pueden ser democráticas, porque para serlo tendrían que funcionar dentro de un orden civil y una constitución, y si lo hacen, dejan de ser monarquías. Es un círculo cerrado. Si evolucionan mucho, pierden, si se estancan con los mismos patrones de sus orígenes medievales, también. Si se igualan a los de abajo, no significan nada, porque para eso está la república.
Hasta los pueblos menos desarrollados del tercer mundo ya no entienden, ni aceptan, que los gobierne un monarca, y que el hijo herede los poderes del padre, y al mismo tiempo de tal herencia, lo convierta en funciones, jefe de estado.
El mundo está cambiando vertiginosamente, y no se sabe lo que va pasar mañana, lo han demostrado las revoluciones recientes en África. Porque ya no son los ciudadanos los que están convocando esas revoluciones, son los medios de la alta tecnología, es el internet, es Twitter, y eso es muy peligroso para esas monarquías que todavía gobiernan como si permanecieran en la época feudal.



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