ARISTIDES CARICATURISTA SOBREVIVIENTE DE UN REGIMEN CON MAL HUMOR
Por Alejandro Lorenzo
Arístides Pumariega: Nació en Madruga, un pueblito de la provincia de la Habana el 18 de diciembre de 1935.Ya a sus 75 años se podría afirmar que es todo una leyenda dentro de la caricatura cubana, y también se piensa de él como un personaje de la ya perdida Habana de los 60, cuando en aquella arteria que se nombra La Rampa todavía era esplendorosamente cosmopolita, y los jóvenes de su generación llevaban acuesta la esperanza de la instauración de una revolución social ajena a los sombríos dogmas y cánones ideológicos que al poco tiempo comenzarían a entristecer definitivamente a la sociedad y a cualquier manifestación de humor político transgresor propio del cubano y de sus creadores.
Arístides, como dice su amigo el periodista y animador cultural Armando López fue uno de los tantos artistas que aplaudieron a una dictadura con los puños cerrados. Y se agregaría a esta metáfora, que cuando la máxima dirigencia se dio cuenta de tal absurdo aplauso en mas de una ocasión sancionó a este prolifero artista.
Luego de una estancia de 15 años en Colombia donde impartió clases como maestro de artes plásticas, decidió con su familia trasladarse definitivamente a Miami, donde se le puede encontrar en el Centro Cultural Cuba 8 trabajando junto con Baltasar Santiago Martin que preside la Fundación Apogeo, en el proyecto de reflejar mediante murales en cemento, la vigencia de los músicos cubanos y de Latinoamérica de todas las épocas en la cultura universal.
AL- ¿Cuando comenzaste en el mundo del arte?.
AP- Creo que desde niño soñaba con ser artista, músico, escritor. A los 8 años mis padres se mudaron a la ciudad de la Habana para que estudiara en un buen colegio, así pase la primaria, el bachillerato y a mediado de la década del 50 entre a estudiar periodismo en la Universidad de la Habana. En ese periodo tocaba percusión, no era gran cosa como músico, era un musiquito, pero tuve la oportunidad de conocer y trabajar con grandes músicos, productores de espectáculos, trovadores, compositores, incluso fui uno de los pocos que acompañó a la mítica Lupe cuando actuaba en el Club La Red. Por esa época conocí y toque con Celia Cruz, y con Olga Gillot.
Cuando finalizaba la carrera de periodismo, en pleno triunfo de la revolución, los profesores de la catedra nos convocaron a que ese ultimo año lo trabajáramos dentro de un semanario de humor que era del Directorio Estudiantil Revolucionario nombrado Combate, que dirigía en aquel entonces Faure Choumon y Guillermo Jiménez, ambos comandantes, el segundo actualmente convertido en historiador y tengo entendido que la editorial Universal aquí en Miami le publicó un compendio sobre las empresas y los empresarios cubanos desde la colonia hasta el 1959.
Yo hice una caricatura que le gustó mucho al consejo de dirección de Combate, era mi primera incursión en ese medio, y sorpresivamente me propusieron la plaza fija en aquella publicación como caricaturista.
Allí comencé aprender todo lo relacionado con el humor grafico, consulté libros, me fui perfeccionando en el dibujo, conocí numerosas publicaciones que existían en la republica y con estas a los grandes humoristas cubanos. Abela, Blanco, Juan David, los cuales todavía me considero un aprendiz de estos artistas geniales, a los cuales estoy agradecido, y lamento que muchos cubanos desconozcan la labor de estos maestros.
En esos dos años que duro Combate, entable relaciones con los que serian mis grandes amigos y algunos, mis compañeros de infortunio , debo mencionar al padre del dibujo animado cubano y pintor, Jesús de Armas Gonzales fallecido en el exilio en Francia, mi entrañable Guerrro, Masaguer, Posada, Chago Armada.
AL- ¿Qué representa para ti el humor grafico?
AP-Como escribió José Martí, el humor es un látigo con cascabeles en la punta. Es una expresión humana, vital, porque el acto de reír ante acontecimientos que requieren seriedad es una necesidad de todo ser humano, una reacción diría que natural. Detrás del humor, esta la crítica, un ejercicio indispensable para la evolución individual y colectiva.
AL-¿Por qué los que encabezan los regímenes totalitarios y fundamentalistas, inmediatamente que arriban al poder no toleran y reprimen a los artistas que hacen un humor que ellos consideran ofensivo e irreverente?
AP- Esos hombres que personifican a esos regímenes no soportan ninguna crítica a sus dogmas, ni a su egolatría. Son gentes duras, enemigas de la risa, que no admiten que se les resquebraje su permanente solemnidad, y ven como un peligro cualquier burla contra sus personas. Casi siempre responden con agresividad a cualquier manifestación que cuestione sus ideas.
En el proceso revolucionario cubano el primero que sufrió la envestida de esa severa intolerancia del triunfante Fidel Castro fue Antonio Prohias, este increíble artista que a fines de la década de 1940 comenzó a trabajar como caricaturista en el periódico El Mundo y entre sus tiras cómicas se encontraba el increíble personaje El Hombre Siniestro, a fines de la década de 1950, era el presidente de la Asociación de Caricaturistas de Cuba. Cuando Castro fue con el primer gabinete de su gobierno a la Sierra Maestra a firmar la Reforma Agraria, Prohias hizo una caricatura que reflejaba al sequito como un grupo de bombines. Eso encolerizó a Castro a tal punto que Prohias debió marcharse a la carrera de Cuba hacia Estados Unidos. Luego de las penurias que sufre todo emigrante fue contratado por MAD, la prestigiosa revista e institución del humor con sede en New York y asi internacionalizó su caricatura Spy vs. Spy.Igual suerte corrió Santiago Armada (Chago) censurado casi de por vida por hacer un humor según los patrones del régimen demasiado intelectual. Como se sabe numerosos cómicos de la televisión y la radio tuvieron que irse de Cuba por ser considerados contrarrevolucionarios, dejando los medios de comunicación despoblado de artistas del género. Los que se quedaron en Cuba muchos debieron entrar en el aro de las normativas de ese régimen. Algunos caricaturistas excepcionales, por oportunismo, convicción o miedo, o la combinación de las tres, se sometieron al servicio de los intereses propagandísticos del régimen, como es el caso de Nuez.
Pero en mi caso, aparte de mi labor como creador fuera de los cánones partidistas, yo representaba a un individuo que vivía, según el cartelito que solían colgar, a espaldas de la sociedad revolucionaria. Para esa gente representaba un personaje de esa Habana que escribió Caberra Infante en su novela Tres Tristes Tigres. Un individuo extranjerizante, no definido políticamente, quizás porque era amigo tanto de desafectos declarados, como de gente dentro del proceso. Esa manera de ser sin compromisos ideológicos siempre me valió encontrarme bajo la lupa de los inquisidores.
Ya fuera del redil y de todo ese nefasto ambiente de censuras y auto censura, en el 1998 publique con la editorial La Oveja Negra un libro titulado: Fidel Castro el último de los Dinosaurios, y no es mas que todos los nombres o apodos burlescos que el pueblo le a puesto al hombre que considero fue el causante de mi sufrimiento personal y el de una buena parte del pueblo cubano.
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