CUENTOS
LA FRÁGIL SOGA QUE CIÑE AL CORDERO
UN PUNTO EN LA OTRA ORILLA
A Rene Ariza IM y a Clara Morera
La tarea del recluso consistía en limpiar cada tarde las terrazas exteriores de la histórica fortaleza y prisión de La Cabaña.
Precisamente desde aquel sitio, mientras realizaba la faena, divisaba por unas horas, a su mujer, que dos o tres veces al mes se paraba al otro lado de la bahía en un punto del malecón y extraía de su bolso unos pañuelos, con los cuales creaba un lenguaje cifrado, una especie de clave Morse con telas de seda, que el prisionero descifraba y de esa forma reconstruía un panorama de lo que ocurría fuera del encierro.
Un pañuelo blanco y luego otro azul, significaba que ella lo esperaría hasta que cumpliera la sentencia. Un pañuelo verde, que le era fiel y que sus ojos eran sus ojos, y en su frente guardaba para él, los más nobles pensamientos. Un pañuelo amarillo abarcaba el concepto del tiempo: Los niños crecen, los días vuelan, pronto serán jóvenes, terminaran una carrera, se enamoraran, tendrán familia y descendientes. Amarillo y blanco: Tengo miedo, miedo a encanecer, a arrugarme, a ponerme definitivamente vieja y sola sin que estés a mi lado. Un pañuelo gris y triangular: No puedo amar a ningún otro hombre. Tú sabes que la grandeza del amor es el sentido de lo exclusivo. Claudica, cuando salgas iremos a Viena para reconstruir definitivamente nuestras vidas. Allí escucharemos el repiquetear de las campanas en todas esas majestuosas catedrales que en esa ciudad han sido erigidas, juntos pasearemos en trineo, no quiero irme de este mundo sin antes ver la nieve.
Uno blanco con puntos negros trasmitía la fatalidad, el inicio del declive. Estoy desesperada, nuestros hijos ya se fueron. Padezco de insomnio, quizás estoy enferma. Por las noches aparecen figuras que me balbucean al oído frases de excesiva malignidad. Un pañuelo negro, el luto, la pérdida: Tu madre falleció desconsolada porque no logró conseguir tu libertad. Blanco y dorado: Ha llegado el tiempo de la resignación. Me sobresalta la duda. Dios se ha vuelto una piedra que no me oye. Mis labios ahora son finos y agrietados como un par de hebras. A pesar de eso, te sigo amando como cuando casi niños nos conocimos. Magenta representaba la perseverancia: Aunque vaya arrastrándome, estaré contigo en la próxima visita, te mostrare los nuevos pañuelos, con ellos haremos un recuento de nuestras vidas y por supuesto, te llevaré los pasteles que tanto te gustan...
Pero no solo era el transcurrir de la vida lo que aquella mujer le informaba. Cada cierto tiempo, con el mismo método, le mandaba noticias de lo que ocurría en el mundo. Es cierto que aquellas noticias a veces poseían atrasos hasta de diez años de haber ocurrido. Pero para el preso, lo caduco de aquella información carecía de importancia, pasado y presente se hallaban dentro de un mismo receptáculo. Por eso, con la expresión en su rostro de saber sobre un acontecimiento que dentro del penal nadie sabía, se paraba frente a sus compañeros de galera, y les contaba el suceso con lujo de detalles como si hubiera ocurrido ese mismo día.
Lo inaudito radicaba en que la noticia o las noticias, las repetía con frecuencia, y tardaba en renovarla del repertorio.
Eso, para los que por compasión o puro entretenimiento lo escuchaban, lo hacía ser un individuo algo disparatado.
Buen ejemplo que comunicó infinidad de veces fue la ocasión en que su mujer le mostró un pañuelo que tenía estampado una luna en fase creciente con unos puntos negros en el centro.
“20 de Julio 1969 Los americanos acaban de aterrizar en la luna, esa es la novedad internacional del momento. Dicen que los astronautas han bailado en esa planicie plateada, han jugado entre cráteres imponentes, han hecho murumacas como si fueran niños, desde allí, afirman que vieron a la tierra envuelta en un velo de encajes. Todos están conmovidos por tan enorme hazaña.
Después le mostró un pañuelo con otra luna, pero esta estaba rodeada en sus bordes por signos de interrogación.
No creo que los americanos han conquistado a la luna y posiblemente tú tampoco lo creas, porque eres una criatura sensible y suspicaz. Mis argumentos son: Si no hemos sido capaces de poner los pies en la tierra donde habitamos y ni tan siquiera hemos hecho el esfuerzo por hurgar en lo recóndito de nuestras propias almas, ¿cómo vamos andar en los suelos misteriosos del universo? Que no nos vengan con cuentos, eso es pura propaganda.
A mí tienen que demostrármelo, y para eso, tendrían que hacerme cosmonauta, ponerme en un cohete y viajar hasta allá.
Nota al final de la misiva: Te advierto que no caigas pesado. Esto último no se lo digas a tus compañeros de infortunio, lo peor que puede hacer una persona es matar las ilusiones a los otros.
Cuando la jefatura de Orden Interior determinó que el prisionero no volvería a salir a limpiar aquellos lugares, el hombre cayó en un estado de inmenso desconsuelo y dejó de ingerir alimentos y de beber agua.
Hasta uno de los jerarca del penal al enterarse de la situación en
que se encontraba, se presentó en la enfermería acompañado de un
oficial subalterno.
―Vamos a ver Serafín, por qué estás haciendo esto, ¿una demanda para llamar la atención? Me extraña este comportamiento, tú no has sido uno de esos presos conflictivos, ¿ahora te vas a poner con esa mariconeria, en la recta final? Sabes, estas apunto de que te otorguen la libertad, ¿me oyes?…
El Jerarca lo zarandeó, le propinó unas cachetadas en la cara.
― Pronto vas estar en la calle, eso es una buena noticia ¿no? ¡Habla, carajo, ―le gritó exasperado― di algo!
Pero el hombre seguía ido.
―Jefe, con el mayor respeto, — le interrumpió el oficial que lo acompañaba —Debe calmarse, este tipo se ha puesto así desde que se le anunció que no volvería a trabajar en labores de mantenimiento en las terrazas. Incluso se le explicó que esa medida no era en su contra, se le informo una cantidad de veces, la posibilidad de trasladarlo a una granja abierta para prepararlo para su liberación definitiva, se le dijo además que dentro de un mes la Cabaña seria cerraba definitivamente como prisión y una empresa civil de reconstrucción y mantenimiento de edificaciones históricas en lo adelante se encargaría de la tarea que ha realizado durante todos estos años.
― ¿Por eso amontado esta huelga? ¿Que dicen los médicos, le han puesto suero, cuanto lleva a si?
― Mas de una semana, ayer el enfermero le retiro el suero, en espera de una decisión del Mando para trasladarlo al hospital. Pero hay algo mas…
―¿Qué cosa? ―Pregunto el Jerarca a la defensiva y visiblemente molesto.
―El recluso al no poder salir a trabajar en las terrazas, no podía volver a ver a su mujer que parada en un punto específico del malecón, le sacaba pañuelos…
― ¿Pañuelos? ¿Qué historia es esa?
― Pensé que usted estaba al tanto , a través de esos pañuelos ella se comunicaba con él. Aparece en su expediente…
―¿Que tipo de comunicación era en esa? ― El Jerarca miró con recelo al oficial.
―Narraba a su modo lo que pasaba en su vida y en la de su familia, lo que ocurría en la calle. Una investigación arrojo que la mujer se ganaba la vida con la venta de pañuelos. Al principio los adquiría por las puticas del puerto que a su ves lo recibían como obsequios de parte de la tripulación de los barcos mercantes que tiempo atrás fondeaban en la bahía, luego, los elementos delictivos del mercado negro directamente le vendían a ella rollos de lienzo y de seda. Así empezó a confeccionar y a diseñar pañuelos, se hizo artesana, de su producción separaba los destinados a la correspondencia con su marido y los que vendía por la calle…
―¿Los de la Contra Inteligencia conocían de ese asunto?
―Si, pero es algo para ellos de no tomarlo en serio, inofensivo, el era un espectador del espectáculo que montaba su mujer, más bien, era un caso que daba pena.
―Si, un caso patético, ―dijo el Jerarca mientras se alejaba del camastro donde se hallaba postrado Serafín.―Trasládenlo de inmediato al Psiquiátrico antes de que se nos muera mirando al techo.
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